domingo, 25 de marzo de 2012

LOS CABALLOS NO ENTRAN

Dicen que había un hermano de la Exaltación que tenia gran interés en pedir la venia de la campana en la estación de penitencia de su hermandad.
El encargado de pedir la venia estaba cansado ya de decirle que no y no sabía que más escusas ponerle para que se le quitara la idea de la cabeza ya que temía que no lo hiciera bién porque no tenia mucho don de palabra.
Cuando la cofradía llegó a la campana, este hermano volvió a insistirle y el mayordomo le dijo que en la plaza San Francisco o en la entrada a la Catedral podría hacerlo, pensando que se olvidaría, pero se equivocó ya que una vez que pasarón la plaza, se pegó al mayordomo como si fuera su sombra, por lo que el mayordomo accedió a que pidiera la venía y antes de que llegara la cruz de guía, ya estaba él ante la puerta de la Catedral.
Se acercó al canónigo de la entrada y llegó el primer susto, ya al ir a saludarlo, inclinó la cabeza y al levantarla casi le salta un ojo al canónigo.Un tanto nervioso comenzo:
  • “La hermandad de la Exaltación solicita la venia…”
Como no sonaba muy clara la voz debajo del antifaz, el canónigo no se entero muy bien de lo que decía y respondió:
¿Qué hermandad dice usted?
Nuevamente repitió:
“La hermandad de la Exaltación solicita la venia…”
El religioso, al estar un poco teniente de un oido, no se enteró tampoco esta vez asi que pidió nuevamente aclaración inclinandose un poco más y acercando su oido “bueno”, pero el hermano, al creer que el canónigo no conocia la hermandad por el título oficial, no reparó en decirle
¡QUE SI PUEDEN PASAR LOS CABALLOS!
El canónigo se incorporó y dijo:
  • Los caballos por la Catedral no entran, que den la vuelta y esperen a la cofradía fuera.

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